Entre haber pasado todos los meses de verano fuera, y todas las tartas que últimamente he estado haciendo, hacía tiempo que no cocinaba un sencillo bizcocho o unas magdalenas… Ya había visto la receta de las Magdalenas de Nata hacía tiempo y estaba deseando probarla, así que ayer me puse con ellas… y debo decir que de las 15 que me salieron, solo quedan 4… ¡¡¡fantásticas!!! Pensaba que las magdalenas caseras serían insuperables y que en mi casa ya no serían capaces de tomar otras que no fueran las clásicas… pero parece que esta receta si que ha gustado. La nata les da un sabor especial, una suavidad que se te queda en la boca después de haberla terminado y te hace desear comerte otra. Además, si no se hacen muy grandes, resultan muy ligeras y agradables, porque puedes tomarte varias sin tener sensación de pesadez. Además son esponjosas y jugosas… Probadlas porque os encantará
No tienen un copete extraordinario, como podéis ver, a pesar de haber seguido los consejos clásicos a la hora de hacer magdalenas, como meterlas en la nevera un rato antes de hornearlas, o poner el horno a alta temperatura y bajarlo a 180 grados cuando introducimos las cápsulas… Sin embargo… si han crecido y están esponjosas por dentro… como podréis ver en las fotos de la receta… Seguramente llene poco las cápsulas, de forma que no han quedado gigantes. El color dorado que tienen es espectacular y el olor mientras se hacen delicioso…
Para ver la receta pinchad aquí.