¿Hacer una tarta de bodas? Buff… no me atrevo… Esa fue mi respuesta inicial…. Ya me imaginaba haciendo una tarta de tres o cuatro pisos para que la pudieran degustar mas de 100 comensales, forrada perfectamente con fondant y cubierta con maravillosas y perfectas flores modeladas… ¡¡¡!!! Nooo… Es una tarta sorpresa para una boda que ya tiene el postre organizado. El padrino quiere dar un discurso y se le ha ocurrido que ya que no hay tarta en la boda, ¿por que no regalarles a los novios una tarta graciosa con algunos elementos muy significativos de su relación…? Una idea fantástica y preciosa… porque con una tarta, con un dulce, se pueden decir muchas cosas, y se pueden contar muchas historias… ¡¡y encima después nos lo comemos!!

Empezamos a hacer la lista de cosas que tiene que tener la tarta y pensé ¿me cabrá todo? Ji, ji, ji… La etapa creativa es la mas fascinante… Por supuesto la tarta tenía que ir cubierta de fondant, porque es una tarta para impresionar en una celebración tan importante como una boda… Las figuras son muchas y variadas, y su colocación una vez montada la tarta es fundamental para poder verlo todo de un vistazo inicial… Aunque el fondant es imprevisible cuando no estás todo el día manejándote con él, no tuve demasiados problemas y pude estirarlo de maravilla. Modelar las figuras fue todo un reto: estoy muy orgullosa del perro… que me llevo mucho tiempo pensarlo y de la bandera, ¡¡que ondea al viento!!… y me encanta la figura del novio, con su sombrero y su pelo corto… En cuanto a la idea de que las amigas salieran de dentro de la tarta vino del hecho no no saber como iba a ser capaz de meter un grupo completo de amigas en una tarta tan pequeña…

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