Pues si, el centro de gravedad… esa era mi obsesión para que la figura que adornaba esta tarta no se cayera de bruces… Todo bien pensado y bien sujeto… hasta que me di cuenta de que tenía que añadirle la cabeza… jua, jua, jua… La cosa de pronto cambió, lógicamente…
En cualquier caso, la tarta fue un éxito, la figura se aguantó perfectamente y conseguí superar el reto y encontrarme con una tarta tal y como la había imaginado en mi cabeza. Y por supuesto… ¡¡no quedaron ni las migas!!
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